Al respetar a nuestros padres, hermanos(as), amigos(as) y vecinos(as), imitamos a Jesús. El respeto a los demás es un valor necesario. Significa aceptar los derechos de las demás personas como también reconocer nuestros derechos y deberes. El ambiente familiar es fundamental para aprender este valor, pues las consecuencias son beneficiosas para la iglesia, la sociedad y la misma persona.
Cada familia es diferente: en algunas hay muchos hermanos(as); en otras, sólo hay un hijo(a), papá, mamá y, tal vez, alguno de los abuelos(as). También puede suceder que algunos de sus miembros esté enfermo(a) y necesita apoyo y atención.
En ocasiones, la familia confronta situaciones difíciles o inconvenientes que le impiden lograr sus propósitos; son estos momentos cuando debemos permanecer unidos, respetarnos mutuamente y reconocer el valor de la oración en familia, para pedir ayuda a nuestro Señor, pues como Él mismo aseguró: "Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, yo estoy ahí en medio de ellos" (Mateo 18,19). El Maestro, ciertamente, está con la familia que practica el respeto, que escucha y medita la palabra de Dios.
De este modo, la vida familiar se trasforma y mejora poco a poco: se enriquece el diálogo y aumenta el deseo de estar juntos en el hogar, en fin, la familia se une y consolida más, como una cosa construida sobre roca.
Aprendamos palabras
- Deberes. Situación en la cual una persona tiene que dar, hacer o no hacer algo, según la moral que tiene.
- Derechos. Orden normativo e institucional de la conducta humana, inspirados en postulados de respeto y justicia.
- Respeto. Consideración que se guarda a alguien o a algo.
Reflexionemos. Comenta en familia o con compañeros los momentos que compartes en tu hogar, donde prevalece el respeto.
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